Podemos considerar a la isla de Tenerife, tanto como al archipiélago canario en general, una de las provincias enológicamente hablando jóvenes en el panorama nacional, que en la actualidad está en pleno auge, con una producción de caldos de gran consideración a nivel internacional.
Si la producción de caldos en las islas data de siglos atrás, cuando estos eran llevados a territorio peninsular, e incluso a países extranjeros por su reconocida calidad, podemos inferir que su catalg denominación de origen no llegó hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando los productores en un afán de crecer en reconocimiento y control de la calidad de sus caldos iniciaron un proyecto que los ha llevado a día de hoy a ser apreciados como en fechas pasadas.
En cuanto al cultivo de la vid, la particularidad del terreno de la isla en nada facilita la labor a los productores, ya que dado lo abrupto de los campos, los cultivos han de ser realizados en terrazas escalonadas que en muchas ocasiones, por lo reducido del terreno, impiden la mecanización y obligan a que las labores sigan siendo artesanales.
Los caldos, desde los blancos, las excelentes malvasías dulces, hasta el más abundante tinto, completan un catálogo que gustará de conocer cualquier aficionado a a enologia que tenga la gran fortuna de pasar por nuestra tierra.
RUTA DEL VINO
Hoy los vinos de la isla han vuelto a ganar reconocimiento internacional y sus cinco denominaciones de origen reciben con frecuencia prestigiosos galardones.
Esta atractiva ruta permite recorrer gran parte de Tenerife y de su pasado histórico, visitando la Casa del Vino, antigua casona canaria del siglo XVII, recientemente restaurada y convertida en museo etnográfico y vitivinícola, alguna bodega donde hacer una cata y las instalaciones de las modernas bodegas comarcales. El paseo llevará también a los pintorescos pueblos de La Orotava, Icod de los Vinos y Garachico, cuyos orígenes y evolución han sido paralelos a la producción de sus peculiares caldos, nacidos de la tradición y la tierra volcánica.